EL VIEJO OLIVO
Le habla a la madre Tierra
Soy tan solo un viejo árbol, pero vivo de ti, y mis raíces se extienden en agradecimiento, para abrazarte cada vez más fuerte porque temo perderte.
Tu suave brisa acaricia mis hojas. ¡Madre!, de mí, brota música que se funde con el sonido del arroyo, el jugueteo de los insectos, el colorido y dulzura de las flores, el correteo y canto de los animales y el bellísimo paisaje que me rodea y seguiré meciéndome, con el viento para formar parte de tu armonía, transformando en oxígeno el aire irrespirable aún que, mis hojas se vuelvan amarillas y si fueran convertidas en cenizas por las llamas, me uniré de nuevo a ti.
Los pájaros vienen a mí, pero ya no es como antes. Sus cantos cada vez son más tristes. Cuentan que los que han quedado cerca del hombre, para mostrar su belleza, están cada día más enfermos, muchos ya ni cantan porque han visto el horror de las guerras y ensordecidos por el ruido de las bombas.
Sus hijos tienen los vientres hinchados por el alimento contaminado pero a pesar de todo ellos conservan la luz en sus ojos ¡ellos te aman!
Se que te defiendes y muestras tu poder, con huracanes, inundaciones, sequías, erupciones volcánicas y movimientos de tierra, pero el hombre no quiere escucharte ni aún que grites de ese modo y cada día tu dolor sea mayor y tu vida se acorte.
¡Hombre poderoso ya has conseguido dominar! ¡Todo ante tus pies! ¡Todos te temen y todos te lloran!
¿Podrías dominar también la muerte? Tú, sabes que desde hace tiempo acecha sobre ti.
¡Tú, hombre que presumes de ser el más inteligente de la creación!
¿Qué harás?
Un Mutante