Semana Santa en la que muchos se han olvidado del verdadero significado de ella, como es el sacrificio y muerte de Jesucristo, siendo el hombre el causante de estos hechos infernales, sabiendo que él, vino sólo para salvar al género humano a través de su mensaje y no de su muerte. Sin embargo él, lo condenó a la máxima pena, como si fuera un vulgar ladrón o detestable criminal.
Desde entonces tan solo queda, un ligero recuerdo de su calvario, marcado ¡eso sí!, en el calendario para disfrute de las masas, que anhelan estos días unas vacaciones, pasándolo lo mejor posible, olvidándose de los hechos tan graves que el propio hombre provocó con su pasión y muerte y desaprovechando la sintonía que pueda haber en dichas fechas tan importantes, con su Creador.
Pero es verdad que todos aquellos que quieran divertirse y no recordar lo que sucedió con el Señor en estos conmemorativos días, tendrán su propia Semana Santa particular que les llevará a tenerlo muy en cuenta, porque tendrán la ocasión de experimentar, el sacrificio y dolor que no han sabido reconocer en el Salvador hacia ellos. Siendo abandonados a su propia suerte ya que toda su preocupación ha sido y es, en atender sus necesidades de diversión al máximo, dedicándose gran parte de la humanidad a pasarlo bien haya crisis o no, desatendiendo su real valor que, hubiera hecho de ellos, hombres del tercer milenio y herederos de su Reino.
Pues bien yo os digo que vuestro porvenir es incierto y cargado de grandes males, ya que os habéis inhibido de todo cuanto era la esencia para vuestra salvación.
Estos días os llevaran una vez más al dolor y desesperación de una sobrevivencia e impuesta por vuestra desidia y abandono espiritual, reconoceréis cuan necesario era vuestra atención a los signos celestes que generosamente os han sido dados para modificaros y poneros a bien con vuestro hacer.
Cuan difícil será caminar por este Mundo en esta recta final, ya que en tiempo útil lo habéis desaprovechado, haciendo caso omiso a las advertencias y exhortaciones dadas por los mensajeros celestes que os han aconsejado de poner las cosas en su justo sitio.
Viene vuestro vía crucis, cargado de toda clase de calamidades, que pagaréis con vuestro sufrimiento y llanto. Lágrimas de pena y dolor que os llevarán a un infierno no deseado en estos últimos días apocalípticos. Este es el pago para los hijos ingratos que no han sabido agradecer ni poner en práctica los valores celestes.
Un Mensajero os lo hace saber, para que no culpéis a Dios de vuestras desgracias sino más bien, hacerle saber vuestras culpas.
El Mensajero y Precursor de Jesús
J.C.