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jueves, 5 de abril de 2012

SEMANA SANTA DEL 2012




¡OH! Señor acorta el sufrimiento de aquellos que están en el Mundo y no son del Mundo.

¡OH! Señor tus siervos de modo instintivo elevan sus ojos al cielo escrutando las estrellas intentando adivinar si alguna despide una luminosidad especial que pueda ser tomado como una señal de tu venida.

¡OH! Señor la Tierra sangra de dolor por el hombre insensato y cruel que todo lo que toca lo convierte en hedor y muerte.

¡OH! Señor tu presencia es necesaria para que tu resplandor dorado cubra y germine la Tierra de tu Santa Luz que todo iniciado conoce desde los albores del Planeta Tierra.

¡OH! Señor todos los hermanos reunidos en silencio en una explanada rodeada de campos oscuros y llanos percibíamos el perfume especial que todos conocemos.

¡OH! Señor a la hora solar en que era Luna llena una estrella se movió en el cuadrante-este del cielo, fue descubierta por todos los reunidos y , ante sus ojos describió rápidamente la trayectoria del Sol de Este a Oeste diminuta con un brillo blanco rutilante.

¡OH! Señor cuando estuvo sobre la vertical de la plataforma se detuvo y empezó a descender agrandándose como un haz de luz proyectado y, en breves segundos estuvo sobre las cabezas de los hermanos reunidos. Nadie gritó todos en silencio percibiendo en sus oídos el sonido familiar del silbido infrasónico e identificado desde largo tiempo al paso de las naves por los cielos del Planeta.

¡OH! Señor la visión era perfecta una nave de reducido tamaño de unos 12 metros de diámetro con dos niveles discoidal y trasparente y radiante como un diamante enrojecido, moviéndose como la caída de una hoja, movida por un suave viento sin dejar de levitar se formó una abertura lateral apareciendo la silueta del Anunciador nimbada de un resplandor dorado procedente del interior de la nave, Levanto la mano en señal de saludo y se dirigió sonriendo al grupo de personas que le esperaban dándole la bienvenida.

¡OH! Señor cuanta alegría ver el Precursor, reconociéndoles uno a uno, abrazándoles estrechamente, dándoles los tres besos de paz, nombrándoles por su nombre. Leyó sus mentes, Dijo: Os prometí que vendría a vosotros y me reconoceríais antes de la vuelta del Maestro. Bien he vuelto y estoy con vosotros. Entremos en Paz y alegrémonos juntos en esta hora.

¡OH! Señor dirigió sus pasos hacia la casa. Penetramos todos en el interior del Templo, subiendo los tres escalones de piedra de la entrada del Templo, iluminado como una hoguera, la luz entraba a raudales por las doce puertas. Todos se vieron envueltos en una llama común, en un sentimiento común. Era la llama Solar del Cristo, raíz de la Tribu del Águila, de la estirpe de Juan.


Paz a todos os desea el Alma Gemela del Anunciador
Jacobo.