Traductor

lunes, 4 de febrero de 2008

TEMPLOS ESPIRITUALES


TEMPLOS ESPIRITUALES

Con esta definición queremos identificar aquel famoso “templo” que el Maestro Jesús el Cristo, decía que “no era de piedra” Sino de carne (refiriéndose al cuerpo) y de espíritu.

Cada ser vivo emite vibraciones que le otorgan unos atributos inmediatos por parte de la Omnipresencia de la Deidad de la que se ve envuelto.

El hombre, por tanto, debido a su trina composición: espíritu, alma y cuerpo, desarrolla naturalmente estas frecuencias trinas que forman el Universo físico, psíquico-mental y espiritual del Macrocosmos. Así pues muchos hombres que vibran en sintonía y frecuencias semejantes, formarían una “iglesia” espiritual; una tribu; una idea expresada en la materia y servida por su actividad consciente e inconsciente.

Esta diversidad de formas el “Todo” explica la gran variedad de tendencias espirituales que los grupos humanos adoptan para caminar hacia la evolución absoluta.

Las familias o fraternidades espirituales, identificadas por la vibración semejante, giran a su vez en torno a un Patrón o Arquetipo, cuya mente directiva es encarnada por un Maestro, que generalmente, se vale de un cuerpo o una forma para expresar esa idea o esa doctrina, que luego la tribu o iglesia espiritual aceptará como medio de ascenso hacia dicha evolución.

Es de entender por tanto, que existe una inmensa escalera que conecta el mundo bajo con el alto y en cada peldaño existe una “idea” que es emanada, expresada y encarnada por el Profeta, el Santo, el Jefe o el Mesías que corresponda.

El individuo de la primera escalera hace como techo de sus deseos y como quimera, a la Deidad, Arquetipo o ser que le convocó a servir en esos parámetros mentales, físicos o espirituales. Pero antes o después se dará cuenta que hay otra escalera y que aquella superada es rudimentaria para sus ahora actuales y próximas aspiraciones.

Por eso los instructores o Avatares espirituales dicen siempre a sus alumnos.”Cuanto más aprendas más pequeño te verás” o lo que es lo mismo, “Yo sólo sé, que no se nada” (Sócrates) y es efectivamente cierto si comparamos que el conocimiento es infinito.

Amar este conocimiento, es proyectar nuestra mente al polo ideal y terminal de la escalera por la que andamos y, esa inmensa fuerza de atracción creará en nosotros el ansia de caminar por el sendero de la virtud, de la experimentación y de la sabiduría.


El Eterno Mutante