Queridos hermanos llegando estas fechas tan tristes para todos nosotros afloran recuerdos lejanos pero muy presentes en algunos de nosotros que no se pueden olvidar ni dejar de sentir el dolor y padecimiento que tuvo que sufrir nuestro Redentor por una humanidad infiel e ingrata, vuelta insensible y diabólica a la llamada al orden natural de las cosas en su justo equilibrio, rechazando la redención y la salvación de quién vino por AMOR para redimir y elevar al hombre ante el Sumo Hacedor.
Ha preferido ignorar ese don que le había sido otorgado, para caer en las redes del Tentador y entregar su alma al “Príncipe de este mundo” sirviéndole fielmente en su afán por derrotar a Dios.
Lucifer es hoy, soberano del 99% de esta humanidad.
De nada ha servido su sacrificio en el bien de la raza humana, pues ha sido despreciado rechazado y ridiculizado en la mayor parte de los hombres de este mundo. Su nombre para muchos ha sido un pálido recuerdo, para otros, en la mayoría de los casos ni si quiera eso. Para la Curia Vaticana en especial Benedicto XVI en sus blasfemas declaraciones, ponía en duda de que Jesús fuera el Mesías Hijo de Dios.
¡Cómo se puede pedir y pensar que habrá salvación sí, para el resto no existe Dios!
Una cosa es muy cierta que la Justicia esta ya en acción y el resultado no se hará esperar.
¿No lo creéis? ¡Pues tenedlo por seguro que así será!
El hombre debía de haber aprendido que en la vida todo buen caminante para alcanzar la meta deseada debe de cumplir la Ley, buscar al Señor su Dios en las alturas en el Sol en el viento y en el mar, en las cuencas profundas del abismo y en las rocas de altiva majestad. Por todas partes donde habite clame sin cesar y busque a Dios intensamente para amarle en espíritu y verdad.
Debe anhelar y preguntar ¿Dónde te puedo encontrar y adorarte? Y hallará la respuesta interior. Oirá la voz desde el alma
“Dentro de ti se hará sentir. Aquí estoy. No busques más” dentro de ti estoy. ¡Tú eres mi templo!
Hoy como ayer hay que saber dar y amar. Si tú das, no es porque tengas, más bien tienes porque das. Se puede dar sin amar, no se puede amar sin dar y con ello despertarás a la luz de un claro día lleno de armonía y de paz.
Enciende tu lámpara y no permitas que nada ni nadie la apague.
Sea por siempre la luz de tu vida unida a Jesús y despierta ya a su pronta venida. Apresúrate de hallar la puerta y llamar para empezar encender la luz en su gloriosa presencia pues ni siquiera la muerte podrá apagar.
Sirve al Señor con toda integridad, y sigue su palabra en el andar, sin mirar atrás y encontrarás la puerta bien abierta mostrándote toda su belleza y gloria en un nuevo amanecer.
Da gracias por tu vida y por todas las dichas de la creación que adorna todo tu ser. Cante tu alma agradecida porque Jesús la salvó
Alaba al Creador que alumbra tu salvación porque saliste de las tinieblas con Cristo en tu corazón.
Paz Jacobo