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miércoles, 9 de marzo de 2011

A SU SANTIDAD

Un personaje celeste

A Su Santidad Benedicto XVI que se considera de ser el Representante de Cristo en la Tierra y sucesor de la “Nave de Pedro”. Conductor y Jefe de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, cuya Sede presume ser el paladín de la Verdad. Portador del mensaje de Cristo y trasmisor de sus hechos.

Le diré al Sumo Pontífice, que sus recientes declaraciones han sido poco afortunadas y carentes de la verdad, falseando los datos que poseen, de la única fuente cristiana trasmitida por los Apóstoles de Jesús de los cuales me incluyo como hermano suyo y directo conocedor de los sucesos acaecidos.

Por ello, no me queda más salida que replicarle al escuchar su testimonio que a bien se ha permitido Vuestra e Ilustre Persona dar a través de los medios de comunicación unos conocimientos erróneos sobre los personajes que llevaron a cabo la crucifixión de Jesús. Acusando a los romanos de tal infamia, maldad, vileza y no a su propio pueblo quienes en verdad lo hicieron. Tales afirmaciones por muy estudiadas que sean no se ajustan a los hechos ocurridos. No se puede decir lo que no es, sólo para beneficio de los judíos dándoles un trato de favor, exculpándoles de no ser responsables de la condena y muerte del Señor. Pues bien, con dichas asombrosas declaraciones tan osadas y falsas. Discrepo por considerarme uno de los principales testigos de su muerte.

¿Recordáis las palabras de Cristo? Que dijo a los Doctores de la Ley: “Sois sepulcros blanqueados por fuera y corruptos llenos de inmundicias por dentro”. Yo os digo: que esas mismas palabras os las apliquéis, ya que os comportáis de igual forma ¡Raza de Víboras! Después de dos mil años seguís negando y tergiversando la vida y hechos de Jesús sin miramiento alguno ni responsabilidad sobre la persona de Cristo. Constantemente os adentráis en estudios poco fiables prevaleciendo en permanentes errores, confundiendo al devoto, afanoso y ferviente buscador de la verdad y al conjunto de los feligreses que acuden a vosotros para oír el mensaje auténtico y fiel. Y no tergiversando como soléis hacer casi siempre que tenéis la ocasión de hacerlo conservando los modos y formas de vuestros antecesores negando y manipulando el mensaje del Maestro con palabras y hechos no reconocibles como hicieron los del Sanedrín que no quisieron reconocer ni aceptar su gloriosa identidad como el Mesías, reprobando y desechando el mensaje que aportaba de verdad y sabiduría para la salvación, rechazando sus palabras de amor, justicia y paz. Como lo habéis hecho siempre de sacrificar los profetas enviados por Dios. En este tiempo continuáis con la misma estrategia de entonces, solo que ahora lo hacéis con su mensaje, manipulando el conocimiento que se os ha dado al servicio de los demás. Hoy, aquellos que se vanagloriaban de ser el pueblo elegido de Dios, se ha convertido desde la muerte de Jesús en una pálida sombra de lo que fue, Aún siguen éstos esperando la venida del Mesías para su salvación, sin miras de arrepentirse.

Para vuestra información y despertar, os recuerdo que cuando Pilatos se dirigió al pueblo judío preguntado a la masa que estaba congregada en el lugar, a quien querían que soltaran sí a Jesús o Barrabás. Todo el gentío enardecido se pronunció a favor de Barrabas, reafirmándose en su bárbara petición de locura y horror. Pidiendo todo el rebaño enfurecido con exaltados gritos, su condena a muerte. Clamando al cielo justicia y sangre, de este justo convertido en un reo malhechor, vanagloriándose todos ellos de servir al Sanedrín, blasfemando y participando en la macabra decisión de condena a la crucifixión, no cesaban de repetir que su sangre fuera derramada sobre ellos y sobre su descendencia. Diciendo: “Que la sangre de éste caiga sobre todos nosotros y sobre nuestros hijos” Pero con este hecho de maldad no repararon, que al pronunciar dichas palabras de sentencia hacia el Salvador se sentenciaron así mismos, atrayendo la Ira Santa del Padre. Cumpliéndose así, una vez más, su propio destino y existencia, que a través del tiempo se ha ido cumpliendo lo que habían pedido con tanto ardor, cayendo en la desgracia y deambulando constantemente de nación en nación con un destierro permanente y en muchos casos culminando con la muerte.

Existe queridos terrestres por si no lo recordáis, os refresco la memoria “La Ley de Causa y Efecto” que es inviolable ¿Lo habéis olvidado?

Pues bien al negar la venida del Mesías sabiendo que tenía que venir, por boca de sus profetas y así mismo anunciada desde tiempos inmemoriales por mensajeros celestes que advertían de su venida y del cumplimiento de su misión, designada para salvar y reconfortar a su pueblo, cumpliéndose así los deseos del Padre Creador, concediéndoles la liberación de esta martirizada raza impregnada de dolor y esperanza por su condición de pueblo esclavo sometido al yugo de Egipto. Envió el Padre a su único Hijo “El Redentor” cuya función era el de redimir y renovar en ese tiempo escogido y señalado, para hacer un Nuevo Pacto y una Nueva Ley a su pueblo, estableciendo así, una mayor evolución judaica, para este fin fue a renacer entre ellos, siendo desvelado el acontecimiento por los antiguos varones del conocimiento en todas las Sinagogas.

Con su muerte, provocada por los judíos, han logrado éstos llevar acuestas su propia cruz, cargada de repudio, sufrimiento y llanto a través de toda la historia, soportando su pesada carga sobre sus espaldas llena de dolor y muerte de un pueblo que no supo acoger a su Creador, llenándose así de sufrimiento y desesperación y el abandono de Dios.

En cuanto a Pilatos quiso dar a conocer a los judíos que le condenaron a una muerte cruel. Les mostró su desconformidad por la sentencia decretada y forzada por ellos. Y no quería ser cómplice de la situación creada por estos fanáticos, rebeldes que le llevaban a un sufrimiento y padecimiento atroz, impuesto por su propio pueblo a un hombre justo y sabio a crucificarle. Se desentendió del caso lavándose las manos en público para que vieran su desaprobación y desprecio al dictamen que le obligó a redactar toda la plebe. Manifestando su contrariedad ante el bullicio de un gentío que no cesaba de pedirle gritando ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Optó por descargar su mal estar y desconformidad ante la presencia de todos los concurrentes, recurriendo al ritual del agua, para purificarse de la angustia y pesar que lo atormentaba y justificarse ante su mujer por la advertencia, que ésta le hizo a favor del condenado. Sentía una gran pena por el reo e indignado por la forma de actuar de todo un pueblo que no mostraba ninguna compasión por uno de los suyos. Quiso hacerles ver que no admitía la condena impuesta por ellos a un inocente que lo habían convertido en un mal hechor.

Por tanto tuvo que recurrir al ritual pagano muy usado entre los romanos, para manifestar su desacuerdo e inclinándose por este procedimiento del lavado de manos, para limpiar sus culpas si las hubiere. Porque el agua tiene propiedades sanadoras, regenerativas y limpiadoras ¿No se emplea acaso el agua para el bautismo de todo cristiano?

Pilatos creyó, que haciendo este acto muy extendido entre los romanos de purificación, podía evitar su culpabilidad. Hizo el ceremonial delante de todos los asistentes congregados en el lugar, para que supieran que no estaba de acuerdo con las medidas utilizadas tan viles y repugnantes contra un hombre sabio y santo, reprochándoles a la vez su mal comportamiento, tildándoles de retorcidos, fanáticos y difíciles de gobernar. Viéndose forzado a dictaminar dicha sentencia e impuesta por el alto poder sacerdotal del Sanedrín, que le exigía que cumpliera con las leyes de Roma, amenazándole de traidor al Cesar, si no lo hacía.

Así es como fueron realmente estos hechos, muy a pesar de que Pilatos quiso por todos los medios salvarle, dándole primero un castigo ejemplar de azotes, que desgarraron sus carnes, para que viéndole en ese estado tuvieran compasión de él y poderle evitar una muerte horrible.

Con el lavado de manos, que todos conocemos por los Evangelios. Necesitaba Pilatos descargarse de todo el tormento que invadía su cuerpo forzado por la presión de Caifás y el resto de los Doctores, empujado por la responsabilidad del alto cargo que ostentaba debía hacer cumplir la Ley de Roma, tal como exigía el Sanedrín. Pero quiso también dar a conocer su discrepancia con la medida tomada y contra un pueblo rebelde y fanático. Demostrando su rechazo con el acto del lavado de manos, así como desentenderse de todos los que le exigían actuar conforme a su rango. Viéndose acorralado por las muchas presiones habidas no tubo más remedio que claudicar ya que las amenazas eran muy convincentes llamándole traidor de ir contra Roma y de traicionar al Cesar si no lo ejecutaba, viéndose atrapado cedió. Así es, como se desarrollaron los hechos de un pueblo que no quiso ni supo reconocer al gran enviado del cielo “El Mesías” acusándole de demonio, embaucador, difamador, blasfemo y otras tantas lindezas más, conduciéndole de esta manera a una muerte segura y atroz, como si fuera un criminal de lo más indeseable.

Por tanto los judíos son culpables de estos eventos y no se puede exculpar a un pueblo que ha ido contra su propio Dios, ¿Verdad Santidad? ¡No! ¡No! Por muy Santo Padre que esa uno, no puede cambiar la historia a su libre albedrío o antojo según le convenga. Los hechos son los que son y no como uno quisiera que fueran para beneficio propio o intereses ajenos protegiendo a los verdugos que obraron con extrema malicia y violencia, favoreciéndoles no conducen a ninguna parte. Si bien es verdad que los romanos empleaban la crucifixión a los más degenerados mal hechores y tenían todo el poder para hacerlo no es menos cierto que los judíos se valieron de ese poder para llevar acabo sus nefastos propósitos implicando a Roma de su maquiavélica trama .Se puede decir que solo unos pocos judíos se negaron a participar en este complot tan retorcido. El resto fue responsable de esta barbarie de su sufrimiento y muerte.

El Vaticano una vez más, se hace cómplice falseando la verdad, aunque uno a estas alturas ya no se asombra de nada está acostumbrado a no escandalizarse de su sincretismo, manipulaciones y engaños, etc. que han existido durante estos dos mil años de poder de la Iglesia. Pero este es el tiempo en el cual esta Institución llega a su fin.

Vuestros recursos se agotan y los discursos también, aunque empleéis palabras hermosas y vistosas vestiduras, adornadas con oro y piedras preciosas no podréis detener los acontecimientos que os vienen ni la Ira Santa de Dios.

Vuestro destino está echado y muy comprometido. Si estáis así en la cuerda floja es por haberos hecho cómplices del poder para manteneros en el. Y emplear métodos crueles a inocentes derramando su sangre en nombre de la Santa Inquisición y de Dios.

Así como la obtención de riquezas desmesuradas todo lo opuesto a Cristo. Os habéis hecho amigos de sus enemigos fornicando con todos los Reyes de la Tierra. Por todo ello padeceréis grandes males y calamidades. Caerá la Institución que vosotros habéis creado con tanto poder y gloria. Habrá gran pesar por ello entre los Monarcas de la Tierra que se lamentarán y llorarán por la gran perdida habida.

Pero yo os digo que habrá justicia en esta gran tribulación que se avecina. Seréis desterrados, muertos por los ejércitos infernales de Lucifer. Pasaréis hambre, miseria y dolor por los errores cometidos. Los mártires de la Santa Inquisición piden justicia por los horrores desatados contra ellos en el nombre de Dios. ¿Acaso no conocéis los Diez Mandamientos Ilustrísimas? Que dice bien claro “No matarás” “No levantarás falsos testimonios contra tu hermano” ¿O bien escondéis todas estas verdades para que los hombres os veneren y os encumbren de reverencias y poder? Siempre os habéis colmado de estos privilegios. Ocupando los primeros puestos en las mesas y asistiendo a los mejores banquetes. Por todo vuestro proceder nefasto que hace siempre el juego a Satanás, rendiréis cuentas a Dios. Temblad por tantas desgracias juntas que han de venir porque no las podréis digerir.

¡Temblad columnas de Roma! Vuestro fin está cerca ¡Temed! ¡Temed curia vaticana! Porque tanta riqueza en un solo día se vendrá abajo.

Clamaréis al cielo por vuestra desidia por haber conocido la verdad y no aplicarla. Entonces comprenderéis pero ya será demasiado tarde.

Estad atentos porque se acerca la justicia Divina. Sabed que cuando falla el amor se antepone la Justicia ¿Lo Sabíais?

Os recuerdo las palabras del Maestro

¡Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios! ¿Lo Habéis olvidado?

Jacobo