A vosotros me dirijo con pleno conocimiento de estar en el mundo y no ser del mundo y vivir las experiencias eternas para deciros: que muy pronto veréis cumplido todo cuanto se ha escrito, dicho y trasmitido.
Así como recordaros las palabras dichas por Jesús y trasmitidas por sus apóstoles “Habrá señales en el cielo y en la Tierra” Pues bien los signos anunciados se están produciendo.
Y el tiempo concedido está terminándose y pronto, muy pronto, veréis cumplidas las promesas de todo cuanto ha sido dicho. Entonces veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Padre rodeado de todos sus ángeles y arcángeles descender en la Nueva Jerusalén con gran esplendor y gloria.
La llegada Gloriosa y Potente del Infalible Juez de la Celeste Justicia se aproxima cada vez más, a fin de que sea hecha la Santa Voluntad del Padre Glorioso, cuyo dulce imperio sobrepasa el Cielo y la Tierra.
Dichos los sedientos de justicia porque serán saciados y los ojos destinados a ver verán y los oídos destinados a oír oirán.
Comience pues a rasgarse las vestiduras el nuevo Caifás, porque es cierto que el Hijo del Sol, está apunto de manifestarse con Potencia y Gloria.
Pronto, muy pronto se hará realidad la gran espera. Y su retorno será como lo anunciaron sus ángeles a los afligidos presentes en su despedida a los cielos. Con palabras de consolación se dirigieron a todos diciendo: “Este Jesús que veis partir, así como os ha sido arrebatado retornará con Gran Potencia y Gloria”.
Sin embargo, no esperéis ninguno de vosotros conocer el día ni la hora de su venida, porque no fue revelado por el Genio Cósmico. Vosotros podéis deducir el tiempo por los signos preanunciados. Tened cuidado, porque éstos han sido dados y también fue dicho y escrito: “Vendré como un ladrón en la noche, a uno tomaré y a otro dejaré” Las señales en el cielo han sido patentes para los hombres de buena voluntad e interpretados correctamente, como el principio de una nueva era, de un nuevo mundo, de un nuevo cielo. Benditos los que con pureza de alma han querido ver y oír. El viejo mundo está a punto de mutar en un nuevo mundo de justicia, de paz y amor donde el hermano, amará al hermano, porque lo reconocerá y en Cristo, serán una sola cosa como el Padre lo quiere. La alegría del espíritu, será grande y profundo el gozo de todos aquellos que ha sido señalados para resurgir y heredar el reino de Dios.
Alégrense pues los beatos que han permanecido íntegros, sólidos en el espíritu y en la Luz que vivifica y concede paz, alegría y amor. Tengan especial cuidado en conservar el don que les ha sido concedido para convertirse en instrumentos de Aquél que es Creador de toda cosa visible e invisible.
Atentos por lo tanto, porque el día se aproxima, a fin que los elegidos puedan gozar del esperado Reino de Dios en la Tierra. La luz del Señor está en la luz de este tiempo, y los mensajeros de su celeste reino, están en la Tierra a fin de que sea hecha su voluntad y toda cosa sea puesta antes que su refulgente luz de justicia y de amor, desgarre los cielos e ilumine con divina gracia los espíritus fieles que esperan la promesa de su reino.
¡Ay de los impíos, porque no los reconocerá, no serán ovejas de su rebaño, ni gozarán de su visión, les será negada la resurrección de la muerte y no serán pueblo de su reino!
A vosotros hombres de la Tierra me dirijo: para deciros ¡Preparaos! porque duro y severo será SU JUICIO.
No esperéis misericordia y perdón; sino sentencia y destinación hacia la segunda muerte.
Benditos sean los corazones de todos aquellos, que se han rendido al amor más grande de todos los amores ¡Benditos sean!
¡BEATO! ¡BEATOS! PORQUE REINARAN JUNTO A EL
Jacobo