UN MENSAJERO DE LUZ
A Vosotros escritores contemporáneos me dirijo: que presumís de saber la vida de Jesús y la misión que le llevó a estar entre nosotros para enseñar al hombre como podía obtener la evolución y la gracia de Dios a través de su ministerio.
Aun sabiendo por muchas vías de información, que han llegado hasta nuestros días que predico el Evangelio, dando ejemplo, amor y conocimiento de
Y Sin embargo seguís manteniendo todavía con diabólica y manipuladora palabra que no la hubo, actuáis como los escribas y fariseos de bíblica memoria, que le negaron su linaje.
Para así poderos explayar y transmitir en vuestras conversaciones abiertas de cara al público pregonando a los cuatro vientos que en su lugar hubo una dosis de sustancias ingeridas por el reo, para evitar su dolor, agonía y muerte, por lo tanto no existió ninguna resurrección, ya que según vosotros nadie podría haber resistido a ese calvario, aún siendo el Hijo de Dios.
Vuestra manera de pensar y actuar con frías acusaciones, alegando que consumió un brebaje para poder sobrevivir al padecimiento que era sometido.
Os diré: que si él hubiera querido no necesitaba de esta maldita fuerza para lograr llevar a termino sus propósitos ya que le asistían y acompañaban los 144. 000 mensajeros que no pertenecían a vuestro mundo, rodeados de un poder sobre natural, por no decir del propio Jesús que lo poseía en sumo grado , pero os resistís a no admitir y reconocerlo como la fuente divina, así como los judíos no lo hicieron y aún hoy, lo siguen manteniendo.
Lo consideráis un simple mortal, tildándole de unos vicios que no poseía y unos afanes humanos adversos a su personalidad, no aceptando su real identidad del ser cósmico que es “ El Cristo”, dando como posible o muy posible que fuera un personaje destacando unos valores más acentuados que el resto de lo normal, con un coeficiente más elevado del hombre de su tiempo.
Os pregunto ¿Por qué debería haber tomado sustancias para evadirse de la realidad? ¿Es esa toda la evaluación que aportáis de ese gran ser? ¿Es que acaso no podéis vosotros prescindir de ellas? ¡Supongo que no! Ya que no habéis contado en que era el Hijo de Dios “El Cristo” y no precisaba de sustancias o alucinógenos para poder resucitar su cuerpo a una nueva vida.
También afirmáis que estuvo casado con María Magdalena y tuvo descendencia con ella y por si no son bastantes las aberraciones que decís sobre él, encima algunos han ido más lejos de lo habitual, atreviéndose a juzgarle que era homosexual junto con sus discípulos, como si se tratase de una cosa normal en el que estáis sumergidos actualmente a convivir como en tiempos de Sodoma y Gomorra. Y para colmo de males le habéis adjudicado varias tumbas en distintos países, como si su muerte no os encajara.
Y por no decir otras tantas cosas que de él habéis dicho.
Os diré, por si os sirve de conocimiento, que su misión no era la de un simple profeta o avatar, como podían ser los antiguos enviados a la humanidad, sino el Gran Avatar “El Cristo” y por consiguiente no tenía que pasar por las experiencias humanas, ya que está por encimas de todas ellas, puesto que él, es el Creador.
Y sin embargo, sin respeto ni pudor alguno os permitís a través de vuestra pluma toda clase de injurias
¡No tenéis vergüenza!
Os pavoneáis como conocedores de la verdad y no obstante la desconocéis por completo, sólo vuestras miras se centran en escribir libros, para vender y obtener buenas ganancias dejando para el lector cantidad de dudas y mal estar con vuestras intencionadas declaraciones perversas.
Sois los mismos escribas de otro tiempo, que condenaron a Jesús, sin pararse a pensar quién era y el mensaje que traía, siendo ya anunciado por sus mensajeros en el pasado.